En una entrada del Blog publicada en 2019 comentábamos la estancia en Andalucía del escocés David Roberts, viajero romántico que en 1837 plasmó en una litografía la Plaza de Toros de Sevilla -propiedad de la Real Maestranza de Caballería-, estampa publicada en numerosos libros de viaje de la época. Aquel grabado propagó la silueta de un coso sevillano aún inacabado y sobrevolado por la Giralda, ya que la plaza comenzó su construcción en 1760 y finalizó su cerramiento en 1881, por lo que la imagen que pudo ver Roberts en la década de los años 30 del siglo XIX es la que se muestra en este grabado clásicamente romántico (ver imagen de Roberts en este POST).
Esta silueta inacabada de la plaza fue proyectada hasta 1881 desde todas las artes, centrándonos en este post en dos imágenes: la famosa fotografía de Edward Kimg Tenison, custodiada en la Biblioteca Nacional de Francia, y un óleo sobre lienzo de Joaquín Domínguez Bécquer, que pueden contemplar en el Museo de San Telmo de San Sebastián. Respecto a Tenison (Kilronan Castle, County Roscommon, 1805 -1878), este fotógrafo irlandés -educado en una familia aristócrata- realizó una larga estancia en España en compañía de su esposa, la artista y escritora de viajes Lady Louisa Mary Anne Anson, mujer a la que se ha dedicado un post específico por su carácter independiente, culto y aventurero.
El matrimonio estuvo en nuestro país desde octubre de 1850 hasta la primavera de 1853. Los papeles de la pareja estaban bien divididos, ya que mientras ella redactaba impresiones y dibujaba vistas de los lugares emblemáticos que visitaba, Tenison fotografiaba el enclave urbano seleccionado -generalmente por su mujer-. El irlandés fue uno de los primeros en utilizar el proceso fotográfico del calotipo, necesitando para ello de un voluminoso y aparatoso equipo que llamaba la atención a todos los que veían a esta peculiar pareja. El resultado de este trabajo en equipo fue muy enriquecedor, con diversas publicaciones a medio camino entre literatura romántica de viajes y una guía de turismo. Por otro lado, buena parte de estos calotipos conformarían también un album privado titulado Memories of Spain –regalo de Louisa a Sophie Pélissier, duquesa de Malakoff-, con 35 imágenes de diversas ciudades españolas que se conservan en la citada Biblioteca Nacional de Francia en París.
Uno de estos calotipos se titula Séville, les arènes, fechado en 1853 y una de las primeras imágenes fotográficas de la plaza de toros sevillana, donde se muestra asimismo la citada estampa universalizada por David Roberts en la litografía de 1837. Así, se observa un primer plano con el albero, en este caso -y a diferencia de grabados y pinturas- sin personajes pintorescos en plena acción -picadores, toreros, cuadrillas, etc.-, un segundo plano con las gradas sin público y la inacabada galería, y un plano de fondo protagonizado por los perfiles de la iglesia del Sagrario -observen la cúpula-, la Catedral de Sevilla -destaca el grandioso rosetón a Poniente- y la Giralda -con su cara oeste perfectamente encuadrada-. Una estampa universal.
Edward King Tenison, Séville, les arènes. 1853. Calotipo. Positivo sobre papel a la sal. Biblioteca Nacional de Francia.
Ya hemos comentado anteriormente que esta imagen romántica y costumbrista de la ciudad de Sevilla se plasmó en distintas artes, como los grabados de la literatura de viajes, la fotografía, el cine -desde 1898- o, incluso, en las imágenes asociadas a la ópera, las cuales proyectaron para siempre la idea de una ciudad pintoresca de corte orientalista y popular en pleno occidente europeo. Pero ha sido, sin duda alguna, la pintura la que más ha contribuido a la difusión de esta imagen amable, especialmente con cuadros de pequeño formato imprescindibles en el siglo XIX en cualquier salón de una aristocracia y burguesía europeas deseosas de poseer recuerdos sobre tierras exóticas (sirva como ejemplo este POST).
Muchas de estas obras pueden contemplarse hoy día en centros expositivos de todo el mundo. Es el caso del Museo de San Telmo de San Sebastián, que alberga una obra de Joaquín Domínguez Bécquer titulada La Maestranza. Del primo de José Domínguez Bécquer -y tío segundo de Valeriano Domínguez Bécquer y Gustavo Adolfo Bécquer- hablamos ya en su momento con motivo de su visión de la Feria de Abril, en concreto de un cuadro de 1867 presente en el Museo CarmenThyssen Málaga. Una década antes, en 1855 -sólo dos años después de la fotografía de Tenison-, Joaquín Domínguez Bécquer inmortalizó con este cuadro de San Telmo la clásica estampa de la Maestranza inconcluida que hemos visto más arriba. Siguiendo al maestro Enrique Valdivieso en su libro Pintura sevillana del siglo XIX, el pintor sevillano muestra aquí una especial habilidad para captar amplias panorámicas e insertar en ellas multitud de variados personajes con singulares gestos expresivos.
Así, al margen de la grandiosidad de la plaza de toros y el iluminado paisaje urbano definido por la Giralda y la Catedral de Sevilla, un celeste cielo de amables nubes con viento de Poniente -observen las banderas- y un juego de luces y sombras muy atractivo enmarcan los distintos personajes. En el cuadro puede seguirse la conducta del variopinto público que llena con tres cuartos de entrada la plaza, destacando también en el albero a la cuadrilla, que avanza a modo de cortejo militar y que queda focalizada por la luz solar. Se trata de la ceremonia y preparativos de la llamada Fiesta Nacional, un momento en el que imaginamos las prisas de los asistentes por sentarse, escuchamos la música festiva y vivimos el alegre momento previo a la corrida. Una visión pintoresca y amable, sin sangre, muy diferente a la ofrecida desde miradas más angustiadas como la de Goya u otras más pesimistas y críticas como la de Zuloaga -ver de este último su Corrida de toros en Eibar-.
En definitiva, una visión romántica y costumbrista de Sevilla, siempre dulce y acrítica, destinada a los burgueses salones europeos del siglo XIX. Una imagen proyectada universalmente que sigue estando presente en el imaginario de todos los que visitan en la actualidad la ciudad de Sevilla. Terminamos con un dato: la Maestranza tiene categoría de Bien de Interés Cultural y es el tercer monumento más visitado de la capital de Andalucía, después de la Catedral y el Alcázar.
Joaquín Domínguez Bécquer, La Maestranza, 1855. Óleo sobre lienzo, 60 x 100 cm. San Sebastián, Museo de San Telmo.