El pasado mes de septiembre comenzamos nuestro periplo por los «Monumentos y Bellezas de España» con la iglesia de Santiago de Peñalba, situada en la provincia de León y máximo exponente del arte mozárabe, ahora también denominado «de repoblación». Desde el Valle del Silencio, en la comarca de El Bierzo, apartado y místico, descendemos ahora a un territorio en los siglos IX y X perteneciente al Reino de León y hoy en la provincia de Valladolid. Hablamos de un paraje aislado de Tierra de Campos, donde podemos contemplar la fascinante iglesia de San Cebrián de Mazote.
Se trata del templo perteneciente a una comunidad religiosa que se asentó en tierras del Duero allá por el siglo IX, conformada en gran parte por mozárabes procedentes del sur, y hoy parroquia de la localidad vallisoletana de San Cebrián de Mazote. Efectivamente, el impulso dado por Alfonso III a la repoblación de los territorios del Duero a finales del siglo IX se nutrió en gran medida de estos cristianos mozárabes procedentes de Al Ándalus. Una de las zonas más favorecidas en este proceso fue la comarca donde se asienta hoy San Cebrián de Mazote, protegida de los ataques musulmanes por los ríos Duero y Pisuerga, y al abrigo de los Montes Torozos.
Con unas dimensiones superiores a sus hermanas mozárabes -30 metros de longitud-, esta iglesia labrada en el siglo X fue descubierta en 1902 para la Historia del Arte gracias a la incansable labor de Juan Agapito Revilla, y Vicente Lampérez y Romea -este último arquitecto, restaurador e historiador clave en la España de principios del siglo XX-. Declarado monumento nacional en 1916, el templo había sido muy modificado en época barroca, periodo en el que se habían añadido bóvedas, una espadaña y algunas dependencias anexas. Se restauró entre 1932 y 1945, eliminando los añadidos y reconstruyendo el cimborrio y otros elementos desaparecidos, todo ello de acuerdo con las directrices de M. Gómez Moreno. Por último, en 1985 se efectuó un nuevo proceso de restauración, aunque esta vez sin los atrevimientos anteriores, es decir, sin añadir ni eliminar elementos según criterio del restaurador.
En cuanto a la PLANTA, la iglesia es de tipo basilical de tres naves, separadas por una arquería de herradura con sabor califal, con mayor altura la nave central, la cual se ilumina por ventanas en arco de herradura. La cabecera está formada per tres ábsides, de planta cuadrada los laterales, y el central, en forma de herradura inscrita en un cuadrado. A los pies de la nave contamos con otro ábside, en forma de herradura inscrito también en un cuadrado. Cabe destacar la presencia de una nave a modo de transepto, con ambas exedras en los extremos.
Planta y alzado de San Cebrián de Mazote (Valladolid)
Construida con mampuesto y grandes piedras en las esquinas, su ASPECTO EXTERIOR impresiona por sus dimensiones, contrafuertes y triple cabecera plana -clara influencia asturiana-, donde sobresale su ábside central -que sigue el modelo de Santa María de Lebeña-. La influencia visigoda se aprecia cuando vemos cómo la nave del transepto sobresale un metro por cada lado del resto de la iglesia, presentando la misma altura que el ábside central y siendo más alta que las naves y los ábsides laterales; esta influencia de lo visigodo se observa también por la existencia de una linterna de crucero en la intersección de este transepto con la nave central, cuya altura destaca claramente sobre el resto del edificio. Cabe destacar también la visión que ofrece externamente el sorprendente ábside occidental, semejante al de Santiago Peñalba, influencia clara de las iglesias norteafricanas de ábsides contrapuestos del siglo V, que se extendieron por el sur y el oeste de la península durante el siglo VI.
Aspecto exterior de San Cebrián de Mazote, en la que destacan su cabecera tripartita plana y la poderosa linterna que corona el templo.
El INTERIOR nos embriaga por su magnificencia y por la armonía existente entre las distintas influencias culturales de la Alta Edad Media, como son las citas paleocristianas, visigodas, asturianas y cordobesas. Espacialmente domina los curvilíneo, ya que, salvo el cuerpo de las naves, predominan los espacios de planta curva, algo inapreciable al exterior, puesto que dichos espacios muestran formas ortogonales y rectas al exterior. Las naves están cubiertas con madera y los arcos formeros son de herradura sobre columnas, cuyos capiteles y fustes muestran una variada tipología -se cuenta con un total de 38 capiteles-, en gran medida por el reaprovechamiento de materiales y piezas anteriores, tanto romanas como hispano visigodas.
La iglesia debió contar con un iconostasio, que no se conserva y las bóvedas gallonadas fueron y siguen siendo protagonistas del espacio interior. Así, el ábside central tiene planta de herradura y se cubre con este tipo de bóveda, al igual que las entradas situadas a ambos lados del transepto; por otro lado, el crucero, la parte más alta del edificio, debió estar cubierto por una cúpula gallonada ya desaparecida.
Al margen de los capiteles, del PROGRAMA ESCULTÓRICO de la iglesia se conserva un interesantísimo bajorrelieve tallado a bisel, donde se representa, a la izquierda, la fachada de un edificio con una gran puerta de herradura en el centro, y a la derecha, dos bustos de personajes, uno de ellos en acción de bendecir. Este bajorrelieve muestra la influencia de Bizancio en la iconografía, del arte visigodo en la técnica del bisel, y de Córdoba en la representación del arco de herradura califal.
En definitiva, una iglesia crisol de lo hispano, que armoniza la herencia tardorromana y visigoda, la influencia de Asturias y la presencia del arte califal procedente de Al Ándalus. Inevitable emocionarse en la visita.
La presencia de arcos de herradura de ascendencia califal nos habla de la influencia cordobesa en esta iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote (Valladolid)