Si hay un jardín que me apasiona ese es el de la antigua Casa de la Contratación, institución de 1503 instalada en Sevilla, encargada de regular los viajes transoceánicos españoles y ubicada desde el siglo XVI en antiguas dependencias almohades pertenecientes al Alcázar. Dichos recintos musulmanes estuvieron centrados por un bello jardín rehundido del siglo XII -las primeras hipótesis tras su descubrimiento en el siglo XX hablaron de un jardín de Almutamid del siglo XI-, articulado por dos albercas y un patio porticado en sus extremos. En el siglo XIV el rey Pedro I decide transformar el jardín de albercas en uno de crucero, con fuente central y cuatro arriates también rehundidos, tal como podemos ver hoy gracias a la recuperación realizada en los años 70 del pasado siglo a manos de Rafael Manzano, arquitecto de referencia en la conservación y recuperación del patrimonio sevillano. Para conocer más detalles de la historia de este patio y las diversas hipótesis existentes consúltese el artículo de Antonio Almagro, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC Granada.
Pero lo que quiero compartir en este Blog con vosotros es la mirada de Daniel Bilbao, del cual hablamos también en el artículo referido a los claustros del Museo de Bellas Artes de Sevilla. En este apunte de grafito sobre papel realizado en 2015, el pintor capta la esencia de este jardín almohade y mudéjar: su carácter cerrado cual hortus conclusus, el papel de la arquitectura islámica, los sonidos del agua en la fuente central y los cuatro brazos acuáticos -resultado de las transformaciones de Pedro I-, la belleza de la vegetación de huerta -con naranjos y cítricos de herencia andalusí-, la altivez de las palmeras americanas -homenaje al Nuevo Mundo al haber sido Casa de la Contratación- y, especialmente, el orden, el Cosmos del Paraíso.
Daniel Bilbao, Jardín de la antigua Casa de la Contratación, grafito sobre papel, 2015 (presente en mi libro Pasear Sevilla. El espíritu del jardín)