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Lorenzo Mercadante de Bretaña y la ternura maternal: Virgen del Madroño de la Catedral de Sevilla

Uno de los placeres cotidianos que ofrece la ciudad de Sevilla es el de poder disfrutar -gratuitamente- de la belleza patrimonial que despliega por calles y plazas. Es el caso de la Avenida de la Constitución, que permite contemplar en un paseo obras de Lorenzo Mercadante de Bretaña, un maestro de origen bretón que estuvo activo en Andalucía en la segunda mitad del siglo XV, trabajando en la Catedral entre los años 1454 y 1467. Ya hablamos la pasada Navidad de su estilo naturalista de procedencia borgoñesa, que influyó decisivamente en la escultura gótica de Sevilla, con imágenes impregnadas de un sentimiento que aún se transmite al que sabe «mirar» las obras del pasado desde la perspectiva del siglo XXI. En aquella entrada del Blog hablamos de las esculturas que adornan el tímpano de la Puerta de San Miguel, deteniéndonos especialmente en la anecdótica sonrisa de la pastora que se dirige con sus ofrendas al Redentor (ver post sobre el Nacimiento de 1464).

La obra de Mercadante de Bretaña puede rastrearse en diversos puntos de la geografía española -de su círculo estilístico hay incluso más obras acreditadas-. Podemos citar, a modo de ejemplo, la Piedad y la Virgen con el Niño de Fregenal de la Sierra (Badajoz) -iglesia de Santa Catalina-; el San Miguel Arcángel de Sanlúcar la Mayor (Sevilla) -Ayuntamiento-; la Virgen de las Nieves de Santa Cruz de la Palma (Santa Cruz de Tenerife) -Santuario de la Virgen de las Nieves-; el San Esteban y la Virgen con el Niño de Santiponce (Sevilla) -monasterio de San Isidoro del Campo-; o la Virgen del Buen Fin de Villamartín (Cádiz) -Casa Palacio de los Topete-.

Mercadante de Bretaña está también muy presente en la ciudad de Sevilla. En el Museo de Bellas Artes podemos contemplar una Virgen con el Niño y en la parroquia de San Andrés un San Simón, aunque es la Catedral la que atesora el mayor número de obras. Ya hemos nombrado antes el Nacimiento de Cristo en el tímpano de la Puerta de San Miguel, pudiendo citar otras esculturas como las presentes en la Puerta del Bautismo y, ya en el interior del templo, la Virgen de la Cinta o el famoso Sepulcro del Cardenal Cervantes -todas estas obras tendrán su correspondiente entrada en el Blog-.

Pero en el Día de la Madre -3 de mayo de 2020-, dedicaremos nuestro tiempo a la Virgen del Madroño, ejemplo de ternura maternal elevada a divinidad. Situada en el pequeño retablo de un altar ubicado en el muro occidental o pies de la Magna Hispalensis, se trata de un grupo en alabastro policromado de gran interés tanto desde el punto de vista artístico como iconográfico. Es una escena íntima: la Madre ofrece su pecho desnudo al Niño, que prefiere dirigirse al espectador y bendecir al que lo contempla, denominándose por ello este tipo de iconografía como «Madre desairada». La virginidad de María queda ensalzada al estar atado el brial por un cintillo en cuello de avispa bajo los senos. Un ángel genuflexo termina por cerrar este conjunto al ofrecer a Jesús una cesta con simbólicos madroños, fruto que da nombre a la Virgen.

Desde el punto de vista artístico, la Virgen del Madroño sintetiza a la perfección el estilo borgoñón de Mercadante. Probablemente formado en el círculo heredero de Klaus Sluter -escultor holandés nacido en torno a 1350 y máximo representante de la escultura borgoñesa de la segunda mitad del siglo XIV-, el maestro bretón asimiló a la perfección las características de la escultura gótica flamenca, en este caso dulcificada desde la Corte de Borgoña. Puede rastrearse este estilo en la elegancia cortesana de sus figuras, así como en los paños y túnicas, siempre marcados por plegados angulosos. En la Virgen del Madroño el escultor bretón se muestra admirable en el modelado de las imágenes y en las tiernas expresiones de sabor bajomedieval. Destacamos los siguientes aspectos clave:

  • Los rostros se presentan redondeados, con ojos almendrados, siempre sonrientes, expresiones de gran naturalismo, pero, a su vez, ensimismadas, mostrando así el mundo interior e invitando a la espiritualidad y la oración. Este Niño Jesús, como otros de Mercadante, tiene la cabeza desproporcionadamente grande en relación con el cuerpo y mira feliz al espectador.
  • Los cabellos enmarcan la cara y siguen en este conjunto las pautas clásicas de Mercadante: la Virgen presenta una larga melena serpenteante, mientras que en el Niño y, sobre todo en el Ángel, los rizos y los pelos ensortijados son dominantes.
  • Las manos muestran bellísima factura, con dedos finos y largos muy trabajados para transmitir sensación de suprema elegancia.
  • Las ropas son típicas del siglo XV, con ampulosos vuelos y numerosos pliegues que aumentan la sensación cortesana y noble de las figuras. En este caso, la Virgen sigue los mismos patrones que las otras imágenes de Mercadante, es decir, vestir túnicas ceñidas a la cintura por un cíngulo, con amplios pliegues que se abren y multiplican en el suelo, y mantos que enriquecen aún más el conjunto.

Como apunte final, destacamos que la Virgen del Madroño data de 1454, relacionada con el pago que se hizo al escultor por una talla de «Nuestra Señora la Virgen María», siendo restaurada en 1983 para recuperar su policromía original. En definitiva, un bellísimo y valioso conjunto escultórico de uno de los mejores representantes de la escultura borgoñona.

Lorenzo Mercadante de Bretaña, Virgen del Madroño, 1454. Altura 120 cm. Alabastro policromado. Catedral de Sevilla.

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