Nueva Roma, Gran Babilonia o Nueva York del XVI son algunos de los calificativos que han definido la gran urbe que fue Sevilla a finales del siglo XVI, ciudad cosmopolita que superó en aquellas fechas los 140 mil habitantes, comparándose entonces a metrópolis como París, Roma, Londres o Nápoles. Aquel Puerto de Indias, entrada a Europa de los productos del Nuevo Mundo y salida de aquellos que buscaban asentarse en nuevas tierras, fue una «ciudad de las oportunidades», capital de la alta cultura y ámbito para la mayor red de delincuencia y prostitución de la época, actividad dominada por un hampa que se articulaba -tal como señalaba Cervantes en «Rinconete y Cortadillo»- en toda una cofradía de ladrones, posteriormente mitificada a través de la denominada Garduña (hablaremos de ella en otra entrada del Blog).
En este caso traigo al Blog una famosa vista de aquella Sevilla atribuida a Alonso Sánchez Coello a finales del siglo XVI, que hoy podemos contemplar en el Museo de América de Madrid. En primer plano se encuentra la orilla trianera, con diversos personajes de la época y dominada por las torres del Castillo de San Jorge o de la Inquisición, que da paso al gran Betis o río Guadalquivir, poblado de barcos, salvado por el antiguo Puente de Barcas y presidido por la Torre del Oro. Se trata de la antesala de un iluminado Arenal, solar donde se realizaban todas las actividades portuarias, que tiene como telón de fondo una ciudad sombreada por un cielo poblado de amenazantes nubes que dejan pasar la luz del sol para destacar en el cuadro el nuevo campanario de Hernán Ruíz, obra que remata la Giralda y que nunca vio Magallanes o Elcano en 1519, ya que fue inaugurada en 1568. Para más información os dejo con el enlace de la magnífica WEB del Museo del Prado.
Vista de Sevilla, finales del siglo XVI, obra atribuida a Alonso Sánchez Coello. Óleo sobre lienzo, 146 x 295 cm. Museo de América de Madrid