Los inicios de marzo de 1947, en plena época de carestía y Postguerra, fueron catastróficos para Sevilla. La capital de Andalucía y buena parte de los municipios ribereños del Guadalquivir asistían a una de sus peores inundaciones, con la cifra de 6.887 refugiados como exponente de la gravedad de la situación.
Las crónicas de la época hablaron de grandes pérdidas en Peñaflor, Villaverde del Río, La Rinconada, Alcalá del Río, Tocina, Brenes, La Algaba, Tomares, San Juan de Aznalfarache, Gelves, La Puebla o Coria del Río. En Sevilla capital el agua inundó buena parte de Triana, la zona de Puerta Real, Gravina, el Museo, Trajano y la Alameda.
En medio de la tragedia, una imagen refleja cómo la vida cotidiana se adaptaba en aquellos tiempos a las penalidades del antiguo Betis. Cuando la riada comenzó a remitir, el párroco de la iglesia de la O ofició el 9 de marzo una misa en acción de gracias, a la que acudieron numerosos trianeros. Aquella misa, llamada luego de «los arriados», fue presenciada por los vecinos que habían sufrido los efectos de las inundaciones, bien desde balcones próximos, bien en carros y camiones, con el agua aún presente en la calle Castilla. El oficiante, en la misma puerta de iglesia de la O, se reviste de morado como correspondía a aquel mes de Cuaresma. La imagen habla por sí sola.
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