De origen escocés, el pintor romántico David Roberts recorrió Andalucía durante la década de los años 30 del siglo XIX, retratando escenas costumbristas y monumentos andaluces -especialmente los carácter hispano musulmán y origen medieval-, además de ensoñadores paisajes tanto rurales como urbanos. Uno de los rincones universalizado por Roberts fue el de Alcalá de Guadaíra, constituyendo la obra de 1833 que presento -en el Museo del Prado- todo un hito al potenciar la mirada hacia el paisaje de esta localidad sevillana. Desde esas fechas será también descubierta por los pintores sevillanos, un proceso que culminará en la famosa Escuela de Paisaje de Alcalá (el mes próximo colgaré un artículo al respecto).
En esta obra, con una puesta de sol deslumbrante, destaca la presencia del gran castillo. La fortaleza almohade corona un paisaje urbano -se observa el humo de los hornos panaderos- marcado por el río Guadaíra y sus famosos molinos harineros. Algunos personajes pintorescos dan sabor a la escena final.
David Roberts, «Castillo de Alcalá de Guadaíra», 1833. Museo del Prado