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Castilleja de Talhara (Benacazón, Sevilla). La belleza del Mudéjar

Una de las ruinas más sorprendentes y desconocidas de Andalucía son las de Castilleja de Talhara, pequeño núcleo nacido en el siglo XIV debido a los planes de repoblación existentes en tierras del Aljarafe sevillano. El conjunto se sitúa en el valle del Guadiamar, cerca de la actual carretera que une las localidades de Benacazón y Aznalcázar -nótese la gran cantidad de topónimos de tradición musulmana-.

Tras la revuelta de los musulmanes vencidos en la segunda mitad del siglo XIII, el rey Alfonso X decidió la expulsión de los mudéjares, hecho que ocasionó el abandono de tierras de labor. Castilleja de Talhara nace, por tanto, con el deseo de impulsar económicamente una zona en crisis debido a la falta de hombres y arados. Para el servicio espiritual de este nuevo núcleo se ordenó la construcción de una iglesia mudéjar de gran belleza, con un presbiterio a modo de qubba y dónde la herencia musulmana dialoga de forma elegante con las nuevas fórmulas góticas de tradición castellana. El templo está construido con ladrillo y tapial, contando con detalles cerámicos en los vanos de color verde y negro. La iglesia cuenta con planta basilical, con tres naves de dos tramos con arcos apuntados, destacando la hermosa qubba citada anteriormente

El poblado no prosperó. El abandono se hizo dueño y señor de aquel proyecto medieval, quedando sólo el recuerdo de la iglesia. El tiempo hizo el resto. Hoy provoca una extraña sensación la visita a tan desconocido lugar. Estamos acostumbrados a las ruinas romanas; pero las medievales tienen algo de belleza romántica. Es un lugar con alma. Un enclave para soñar y fabular con la Edad Media.

Portada de tradición gótica enmarcada en alfiz y decoración de tradición andalusí en la iglesia de Castilleja de Talhara. Perfección Mudéjar. Poética del tiempo.
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