Allá donde se cruzan los caminos,
donde el mar no se puede concebir,
donde regresa siempre el fugitivo.
Pongamos que hablo de Madrid.
Donde el deseo viaja en ascensores,
un agujero queda para mí,
que me dejo la vida en sus rincones.
Pongamos que hablo de Madrid.
Las niñas ya no quieren ser princesas,
y a los niños les da por perseguir,
el mar dentro de un vaso de ginebra.
Pongamos que hablo de Madrid.
Los pájaros visitan al psiquiatra,
las estrellas se olvidan de salir,
la muerte pasa en ambulancias blancas.
Pongamos que hablo de Madrid.
El sol es una estufa de butano,
la vida un metro a punto de partir,
hay una jeringuilla en el lavabo.
Pongamos que hablo de Madrid.
Cuando la muerte venga a visitarme,
que me lleven al Sur donde nací,
aquí no queda sitio para nadie.
Pongamos que hablo de Madrid.
De Madrid.
De Madrid.
De Madrid.
JOAQUÍN SABINA
Me apasiona el realismo extremo de Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936), especialmente cuando retrata el paisaje urbano de Madrid. En la obra que indico abajo, el pintor se detiene con gran detallismo en la calle Gran Vía, eligiendo en este caso una hora temprana, tal como indica el reloj, concretamente las 6:30h. Muestra esta vía madrileña desde una perspectiva que se inicia desde la calle Alcalá, una visión que se pierde casi en Callao. Por otro lado, la ausencia de peatones y de vehículos concede protagonismo absoluto a la propia calle, en una obra en la que el pintor tarda nada más y nada menos que siete años en realizarla.
La vinculación de Antonio López con Madrid es de lejos conocida. Aunque sus primeras obras tienen como temas centrales elementos cotidianos de nuestra vida, como un lavabo, un inodoro o una nevera -entre estos objetos cotidianos transcurre gran parte de nuestra existencia-, serán los paisajes de la capital de España los que centren buena parte de su obra. Como ejemplo, traemos al blog Gran Vía de Madrid, realizada entre los años 1974 y 1981, un óleo sobre tabla de impronta hiperrealista -fotográfica- del que destacamos los siguientes aspectos:
- En cuanto a la composición general de la obra, el paisaje urbano se presenta con un equilibrado juego de verticales -edificios-, diagonales -ejes visuales-, horizontales -cornisas- y curvos -edificio de la esquina-. Por otro lado, dos grandes triángulos contrastan en color y a la vez componen un esquema muy armónico: el de la parte baja de la calle y el de la parte superior, cuyos vértices se encuentran cerca del edificio de la Telefónica.
- El encuadre es bajo, por lo que se ensalza la calle en sí, tanto la calzada y el pavimento, como los edificios que la definen. El efecto de profundidad se define por el estrechamiento de las líneas de la calle y por el foco de luz amarilla del edificio de la Telefónica, este último con la función de atraer nuestra mirada. Cabe destacar también el papel dominante de la flecha marcada en el pavimento: equilibra el ritmo del cuadro y otorga un gran sentido del movimiento, ya que la vista que se adentra en la Gran Vía se compensa por el sentido de la citada flecha, que es inverso.
- Protagonismo del dibujo, que delimita los contornos de los edificios o las marcas de la circulación, y, también, confiere al conjunto gran realismo y detallismo, tal como se observa en los templetes del edificio que hace esquina y en cuyo centro figura la citada hora.
- La luz corresponde a las primeras horas de un día veraniego por su calidez y tonos amarillos, incidiendo en el fondo y en la parte superior de los edificios orientadas al este o levante; el resto de la calle se muestra con la típica y suave claridad de las primeras horas del día.
- Los colores dominantes son grises y plateados, que combinan con los amarillos del fondo y de las zonas altas según va incidiendo la luz. El cielo tiende a color marfil, acentuándose así las impresiones derivadas del reciente amanecer.
- Por último, conviene insistir en la ausencia de circulación u otras muestras de «vida urbana». Se trata de representar la esencia de esta vía central de Madrid, alma de la ciudad, en la que muchos nos reconocemos al haber transitado por ella y formar parte de nuestra memoria colectiva.
Llama la atención, en estos tiempos de pandemia y vacíos urbanos, cómo Antonio López pintó de madrugada durante siete años este cuadro, con la intención de captar la avenida sin apenas tráfico. El vacío es un protagonista más de una obra que ubica a los espectadores en una perspectiva casi imposible, casi en el mismo asfalto, contemplando así una arteria madrileña que se pierde en el fondo, sensación contrarrestada por el edificio de la izquierda, que avanza como un buque insignia ante el asombrado espectador.
Cada vez que contemplo esta obra me emociono. Les dejo con tres enlaces de máximo interés:
- VÍDEO SOBRE MADRID EN LA OBRA DE ANTONIO LÓPEZ. El Director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, Guillermo Solana, explica la importancia de la ciudad de Madrid en la trayectoria y el proceso creativo de Antonio López y sus compañeros figurativos, con motivo de la exposición Realistas de Madrid.
- WEB OFICIAL ANTONIO LÓPEZ, con abundante información de primera mano.
- REPORTAJE TVE, con la intrahistoria del cuadro Gran Vía de Madrid.
Antonio López, Gran Vía de Madrid, 1974-1981. Óleo sobre tabla, 93,5 x 90,5cm. Colección privada